viernes, 17 de diciembre de 2010

Amores imposibles (parte 2)


La tía María era una mujer de armas tomar. Nunca se casó ni tuvo hijos, y el único novio, que sepamos que tuvo, lo perdió debido a su mal carácter.
Ella había cuidado de mi abuela durante su infancia y pensaba que eso le daba derecho a planificarle la vida, cosa que le costó a mi abuela varios disgustos. Entre las cosas que tenía en mente para mi abuela, una de ellas, era casarla con un hombre de dinero. Pero no sólo para que mi abuela tuviera una buena vida, si no para garantizarse a sí misma una buena vejez. Pero mi abuela se enamoró de mi abuelo, y él no tenia nada más que una hilería, y eso no daba para mucho. Así que los planes no le salieron bien, y acabó viviendo sus últimos años con un sobrino, ya que mi abuela tenía a su suegra para cuidar, y no podia hacerse cargo de ella. Aún así, estuvo siempre cerca de su tía, aunque no todo lo creca que ésta hubiera querido.
Me contaba mi abuela que el único bañador que ella había tenido se lo había traido María de Londres, durante los años que ésta había trabajado allí. Era lo último en moda, y tal como mi abuela lo vio, lo guardó. ¿Cómo iba a ponerse aquella prenda en la playa del barrio?

María y su novio estaban preparando su ajuar para casarse, hasta un día que ellos estaban contemplando unos perritos de porcelana que habían comprado. Éstos se llevaban a modo de decoración, y ya tenían varios en su haber. El novio le dijo a María, cuánto le gustaría tener a su madre uno de esos perritos, y ella le miró, cogió todos los perritos, y se los puso en las manos, y le dijo que se los diera a su madre y que no volviera más.
Así terminó su relación con él. Ya os dije al comenzar esta historia que María era una mujer de armas tomar.

(En la foto, mi abuela y su tía María)

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