viernes, 17 de diciembre de 2010

Tardes de primavera

Mi abuela vivió su infancia en Algeciras. Asistía a clases en un colegio de monjas evidentemente sólo para niñas. Su casa estaba cerca de la antigua fábrica del corcho y muy cerca también del del campo en el que había un río, donde su abuela lavaba.

Un día de primavera el colegio organizó una excusión al campo. Donde pasearon y jugaron hasta que llegó la hora de la merienda.
Manuela se había pasado la mañana recordándole a su abuela, que era quien la cuidaba, que debía de prepararle un bocadillo para la merienda que harían esa tarde en el campo.
Sentadas bajo la sombra de los árboles, todas las niñas desenvolvieron su bocadillo, unos, las más privilegiadas, de chocolate, otros sólo con mantequilla, …todos deliciosos a aquella hora de la tarde donde el hambre apretaba. Cuando mi abuela quitó el papel de estraza que envolvía el suyo, se encontró el rabo del cerdo que le habían puesto en su casa a las coles esa mañana. El rabo tieso y encaracolado de un cerdo.
Las niñas, que estaban pendientes de lo que traían unas y otras de merienda, se dieron cuenta y empezaron a reírse y a decir: " Manuela trae un rabo, Manuela trae un rabo", entre risas y burlas.

El rabo quedó revoleado por el campo y Manuela se comió el pan más seco…que el ojo de un tuerto, como diría ella.

2 comentarios:

  1. Me encantaba escuchar esta historia a mi de pequena, la recuerdo perfectamente.
    Es mas, me gustaba mucho que la abuela me contara sus historias porque las contaba de tal manera que las podia imaginar y recrear en mi mente, lo mas curioso es que no era capaz de imaginarme las cosas en color, supongo que asociaba los acontecimientos antiguos con el color blanco y negro de las peliculas antiguas.

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  2. Evidentemente el comentario anterior es mio, pero lo hice desde otro pc.
    Veronica

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